ECONOMÍA Y CULTURA
Malos tiempos para la lírica viene a
decirse siempre que el mundo de la Cultura se encuentra baches, se ignora, se
banaliza. En realidad pocas veces, muy puntualmente, se ha podido decir que
corren a favor los vientos para la lírica.
¿Y esto, para qué sirve? ¿Qué saco yo con
esto? Si el resultado no es inmediato y palpable, eso no me sirve. Se
impone el beneficio instantáneo, ya sea material o placentero, pero súbito, no sirve
si se alarga en el tiempo. Parece como si la Economía fueran sólo números,
resultados medibles, indicadores precisos, matemáticos, fríos y bastara con
preocuparse de que esos números sean siempre positivos, lo demás no importa.
Imperan
sobre la Cultura siempre los criterios economicistas, prácticos y rentables:
Pero,
¿la Economía se hace sola? ¿Funciona como un ente independiente? No, la
Economía la hacemos las personas, desde el más pobre hasta el más rico… y,
¿quién son, o somos esas personas?, ¿cómo somos?, ¿por qué somos así y no de
otra manera?, ¿cuál es nuestro comportamiento?, ¿cuáles son nuestros anhelos,
nuestros sueños?, ¿cómo nos expresamos?... La respuesta a estas preguntas ha de
estar siempre presente en toda planificación económica y esa respuesta
solamente la puede dar la Cultura.
Hay
mucha confusión con el concepto de Cultura. Se tiende a identificar Cultura con
Conocimiento, y eso no es así, o no es sólo así. Se piensa que la Cultura es
Saber, pero la Cultura es ante todo Ser. Antes de SABER, hay que SER, para
luego poder HACER.
SER (Cultura) – SABER (Conocimiento,
Educación) – HACER (Economía)
La
Cultura es la seña de identidad, es aquello que nos sitúa y nos define. Pero no
es algo estático, inmutable, sino que evoluciona y cambia, pues si no fuera así
seguiríamos viviendo en las cuevas. Y lo que hace evolucionar la cultura es el
Arte. El Arte es la máxima expresión de la Cultura, el que marca el camino, la
tendencia, lo que deberíamos o podríamos ser, sin olvidar nunca lo que somos,
nuestra seña de identidad.
Si
todo esto, Cultura, Arte, no se abona, si se abandona porque se piensa inútil,
que no aporta un beneficio inmediato, que sus indicadores matemáticos no son
positivos, entonces entraremos en un empobrecimiento del SER, poco a poco
empezaremos a perder la identidad, no tendremos estímulos para el desarrollo
personal, inmaterial, se irá perdiendo nuestro espíritu crítico, reflexivo.
Perderemos poco a poco la imaginación y si se pierde la imaginación se pierde
la creatividad y la pérdida de la creatividad supone el NO HACER, en
definitiva, no habría Economía.
Por
lo tanto yo pediría que no se opongan ni se separen estos dos conceptos, Cultura y Economía. Van y deben ir
íntimamente ligados, el primero es el origen y semilla del segundo. Y pediría a
nuestros representantes políticos que se piensen detenidamente esta modesta
reflexión, si es que alguno la lee, a la hora de aportar o recortar inversiones
en el mundo de la Cultura, que olviden los criterios exclusivamente
economicistas a la hora de anular, por ejemplo, las inversiones en Bibliotecas,
los recortes en Educación, esa visión exclusivamente práctica en la Educación
que nos lleva sólo al Saber, pero no al Ser.
No
queremos una sociedad Pobre en
ninguno de los sentidos: pobre por falta de identidad y de creatividad y pobre
por falta de recursos materiales. Queremos una sociedad Rica: imaginativa, crítica, reflexiva, constructiva, capaz de HACER
y de tener una próspera Economía.
Recomiendo la lectura del libro "La utilidad de lo inútil" de Nuccio Ordine publicado por Acantilado Editorial para profundizar más sobre este tema.
Juan José Alfaro Olmedilla
Presidente. B.A.C.
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