martes, 5 de agosto de 2014

ECONOMÍA Y CULTURA

ECONOMÍA Y CULTURA
            Malos tiempos para la lírica viene a decirse siempre que el mundo de la Cultura se encuentra baches, se ignora, se banaliza. En realidad pocas veces, muy puntualmente, se ha podido decir que corren a favor los vientos para la lírica.
         ¿Y esto, para qué sirve? ¿Qué saco yo con esto? Si el resultado no es inmediato y palpable, eso no me sirve. Se impone el beneficio instantáneo, ya sea material o placentero, pero súbito, no sirve si se alarga en el tiempo. Parece como si la Economía fueran sólo números, resultados medibles, indicadores precisos, matemáticos, fríos y bastara con preocuparse de que esos números sean siempre positivos, lo demás no importa.
   Imperan sobre la Cultura siempre los criterios economicistas, prácticos y rentables:
            Pero, ¿la Economía se hace sola? ¿Funciona como un ente independiente? No, la Economía la hacemos las personas, desde el más pobre hasta el más rico… y, ¿quién son, o somos esas personas?, ¿cómo somos?, ¿por qué somos así y no de otra manera?, ¿cuál es nuestro comportamiento?, ¿cuáles son nuestros anhelos, nuestros sueños?, ¿cómo nos expresamos?... La respuesta a estas preguntas ha de estar siempre presente en toda planificación económica y esa respuesta solamente la puede dar la Cultura.
            Hay mucha confusión con el concepto de Cultura. Se tiende a identificar Cultura con Conocimiento, y eso no es así, o no es sólo así. Se piensa que la Cultura es Saber, pero la Cultura es ante todo Ser. Antes de SABER, hay que SER, para luego poder HACER.
            SER (Cultura) – SABER (Conocimiento, Educación) – HACER (Economía)
            La Cultura es la seña de identidad, es aquello que nos sitúa y nos define. Pero no es algo estático, inmutable, sino que evoluciona y cambia, pues si no fuera así seguiríamos viviendo en las cuevas. Y lo que hace evolucionar la cultura es el Arte. El Arte es la máxima expresión de la Cultura, el que marca el camino, la tendencia, lo que deberíamos o podríamos ser, sin olvidar nunca lo que somos, nuestra seña de identidad.
            Si todo esto, Cultura, Arte, no se abona, si se abandona porque se piensa inútil, que no aporta un beneficio inmediato, que sus indicadores matemáticos no son positivos, entonces entraremos en un empobrecimiento del SER, poco a poco empezaremos a perder la identidad, no tendremos estímulos para el desarrollo personal, inmaterial, se irá perdiendo nuestro espíritu crítico, reflexivo. Perderemos poco a poco la imaginación y si se pierde la imaginación se pierde la creatividad y la pérdida de la creatividad supone el NO HACER, en definitiva, no habría Economía.
            Por lo tanto yo pediría que no se opongan ni se separen estos dos conceptos, Cultura y Economía. Van y deben ir íntimamente ligados, el primero es el origen y semilla del segundo. Y pediría a nuestros representantes políticos que se piensen detenidamente esta modesta reflexión, si es que alguno la lee, a la hora de aportar o recortar inversiones en el mundo de la Cultura, que olviden los criterios exclusivamente economicistas a la hora de anular, por ejemplo, las inversiones en Bibliotecas, los recortes en Educación, esa visión exclusivamente práctica en la Educación que nos lleva sólo al Saber, pero no al Ser.

            No queremos una sociedad Pobre en ninguno de los sentidos: pobre por falta de identidad y de creatividad y pobre por falta de recursos materiales. Queremos una sociedad Rica: imaginativa, crítica, reflexiva, constructiva, capaz de HACER y de tener una próspera Economía.

Recomiendo la lectura del libro "La utilidad de lo inútil" de Nuccio Ordine publicado por Acantilado Editorial para profundizar más sobre este tema.
Juan José Alfaro Olmedilla
Presidente. B.A.C.